Te sentí
meditando
en mi cabeza;
te quedaste sentada bajo los cerezos en flor
(¿o eran ciruelos?)
me dormí cuando te vi sonreír...
... y tiemblo.
¿comprendes, ahora,
qué eres adición infinita
en las letras muertas?
y me evitas,
y caigo en las añejas caras de la gente.
Abrázame y déjame quedar.
No, no digas nada.
mírame y situate en esa cercanía distante que son tus ojos.
¿no lográs sentir la caída de las hojas?
¿el ruido de las pisadas?
¡Sígueme en mi viaje!
no temas a la lluvia,
no caigas en las miradas,
no permitas que el río crezca;
permite que el niño ingrese a la casa.
veamos nuestros rostros en la barcelona,
frente al sol envejecido en el horizonte.
permite que las noches se extiendan y que la playa sea para siempre
(¿contaste las estrellas o los granos de arena?)
No permitas que la escena del tren se repita: una, mil, tantas...
que el lunes no llegue,
que tus miedos y prejuicios se acaben,
que mis delirios de niño pedante no molesten tu sueño quebradizo.
¡Duérmete en mis brazos!
¡Sueña en mis sueños!
¡Respira mi aire!
Siente mi sangre crujir en mi pecho
(¿será que es muy distinto a los tuyos?)
¡No contestes el teléfono!
¡Qué no pronuncie tu nombre!
¡Qué se olvide que existes!
¡Qué nadie despierte en tu nombre!
¡Qué nadie descubra lo que ocultan las puertas!
...No permitas que los otros nos observen
quiero estar a tu lado y dormir...
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