A Ximena (S. A.)
Ella viste de rosa.
Es una princesa,
con piel, zapatos, corona y lentejuelas.
A veces se disfraza de gris,
se cubre de silencio,
se saca la corona y se fuma un cigarro.
En otras, huele a niña,
y yo caigo a mis nubes para abrigarme...
(En su reino, yo sólo existo...)
Hay ocasiones que creí tenerla abrigada entre los matorrales del abismo,
pero huye...
y el viejo sauce insiste,
y yo no dejo de escribir su nombre,
incrustarme en esos mares (confusa debilidad que tengo),
dormirme en sus ronroneos de erres repicadas que me hacen sonreír,
desvelarme frente a su defensa de esas ideologías enterradas en tarros de lata,
alegrarme cuando hurta las coronas de otras doncellas,
temblar ante la verdad que me lanza entre heridas y sarcasmos...
¿cómo nunca entendió que no es el valor lo que me falta?
¿Cómo nunca entendió que siempre la quise,
como todo lo que brotaba,
como todo lo que le escribí,
como todo lo que imaginé escribirle?
y la princesa, vestida de rosa,
sueña con ser delgada
como modelo: anoréxica
oculta sus zapatos de cristal detrás de bototos,
dibuja su cuerpo,
disfraza lo que siente (¿y lo que no?)
...como yo...
... me dilato en estos fragmento...
... si tuviera el valor de quedarse en mí...
la princesa descubriría que tengo miedo de sentir,
tengo miedo de descubrir que eres creación de embrujos de otros reinos.
y la princesa, vestida de rosa,
toma su corona y se aleja...
y ya extraño su presencia, sus palabras que nunca dijo.
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