Y entonces el caballero sentose en la ladera del camino y desde esa misma distancia pensose en lo próximo que venía... extrañaba a su ave, es cierto, pero no quería seguir llorando por él... pensose en todo lo vivido, en las melancolías que en su corazón existían, en la distancia que existía entre Dios y lo humano, la distancia que existía entre el hombre y el universo, en la distancia que existían entre la vida y la muerte, la distancia que existía entre las americas y el viejo continente de colón, la distancia que existe entre el hoy y el mañana, y en el ahora y el después...
Decidiose entonces dar el paso, el que lo llevaría más allá de la colina, más allá del mundo pensado por el mismo creador... ordenose su armadura, la poca que le quedaba en uso, ya que la lluvia había oxidado gran parte de tan noble vestimenta, y pusose a caminar... pero antes, justo antes de lo que él mismo creyose, el halcón apareció posada sobre la rama de un árbol, altiva, orgullosa, pero con esa misma mirada de ternura que alguna vez vio en la pequeña ave que crió desde hace un tiempo. Creyó que su ave lo miraba con lastima, con ternura, con dudas... voló a su alrededor y cantó una hermosa canción que algo le alegro. Entonces, él lo entendió, o creyó entenderlo: el halcón no quería que su caballero se fuera... le gritaba que se sentara y esperara, por que la paciencia es uno de los valores más importantes en una batalla... que si se sentaba y esperaba, el ave, después de mucho recorrer, podría regresar a su lado y vivir juntos las otras batallas que vendrían... Si, el caballero debía esperar, sentarse en el camino y esperar... eso era lo que debía hacer, esperar. Ese era el mejor consejo que requería nuestro solitario caballero, sentarse y esperar. ¿Y si se aburre de esperar? ¿Si la paciencia lo agota y termina viejo y loco por tanto esperar?... eso el tiempo lo dirá... el caballero es un ser gentil, que sabe esperar... que sabe sentarse al sol y ver como el mundo gira indiferente
Decidiose entonces dar el paso, el que lo llevaría más allá de la colina, más allá del mundo pensado por el mismo creador... ordenose su armadura, la poca que le quedaba en uso, ya que la lluvia había oxidado gran parte de tan noble vestimenta, y pusose a caminar... pero antes, justo antes de lo que él mismo creyose, el halcón apareció posada sobre la rama de un árbol, altiva, orgullosa, pero con esa misma mirada de ternura que alguna vez vio en la pequeña ave que crió desde hace un tiempo. Creyó que su ave lo miraba con lastima, con ternura, con dudas... voló a su alrededor y cantó una hermosa canción que algo le alegro. Entonces, él lo entendió, o creyó entenderlo: el halcón no quería que su caballero se fuera... le gritaba que se sentara y esperara, por que la paciencia es uno de los valores más importantes en una batalla... que si se sentaba y esperaba, el ave, después de mucho recorrer, podría regresar a su lado y vivir juntos las otras batallas que vendrían... Si, el caballero debía esperar, sentarse en el camino y esperar... eso era lo que debía hacer, esperar. Ese era el mejor consejo que requería nuestro solitario caballero, sentarse y esperar. ¿Y si se aburre de esperar? ¿Si la paciencia lo agota y termina viejo y loco por tanto esperar?... eso el tiempo lo dirá... el caballero es un ser gentil, que sabe esperar... que sabe sentarse al sol y ver como el mundo gira indiferente
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