…. pero el caballero no es paciente y se desespera ante la llegada de su ave... la sigue domesticando y deleitándose con su plumaje, mientras que el ave se alimenta de la devoción del caballero... Intentose varias veces dejarla ir, pero en las noches el ave se aparecía transformada en sueños y bailaba con él. Odió entonces al joven de cabellos de oro y su zorro porque este sólo enseña falsas promesas, enseña a domesticar pero no a olvidar. No olviden gentiles lectores que el ave nunca fue del caballero, ya que este nunca supo como tratarla ni cuidar a esta especie tan noble. Recuerden también que en dicho reino nunca nadie a domesticado tan elegante animal por tanto nadie sabe como aconsejar a nuestro paladín. El caballero sentía que el ave estaba igual de confundida, que no sabía si seguir su instinto o quedarse aferrado del brazo emblemático de nuestro héroe... o tal vez... en realidad nada sabía... o tal vez todo era producto de su más terrible imaginación...
El caballero le dedicose canciones y poemas, le recitó en su oído y le limpio el plumaje... y el ave parecía no entenderlo... si... no lo entendía... el ave sólo lo miraba con su mirada de ave, con sus ojos de ave, con sentimientos de ave. Pero el caballero también tenia tristeza... le apenaba la caída de torres en los reinos de oriente y la invasión goda en los reinos de su familia... y cuando intento buscar consuelo en el ave, el animal ya no se presta, no estaba, se fue con otras aves a recorrer los cerros y montes... y de vez en cuando se asomaba por entre los árboles tratando de demostrar lealtad, lealtad que el caballero desprecia impávido, por que ya no quiere tenerla cerca. Desde entonces el caballero no quiere ver más a su ave (y digo su ave, porque esta sigue siendo suya, como nunca antes lo fue) tal vez la verá en el prado, pero ya no correrá a tenderle el brazo... sino que esperara a que el ave tienda sus alas y le invite a volar....
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