E insisten en preguntar... ¿Con qué amar?... no debo responder con pletóricas palabras ni complejas metáforas, eso dejémoselas a los soñadores y poetas... mi función es sólo escribir lo que siento, lo que pienso... no es la verdad... duden de los que les digo...
Me preguntan horrorizados, con el alma aún cargada de dudas.... ¿Con qué amar? No debemos amar con dudas, con mentiras, con traiciones... (esto suena casi evangelizador... ), no debemos amar con el cerebro ni menos con todo el corazón... sólo debemos amar con el sentimiento e incluir una pizca del cerebro y el corazón. Si utilizamos todo el corazón, pasamos a ser gentes precarias, débiles, estamos a merced del otro, propensos a las idealizaciones, a las pirotecnias del amor pastoril y esas cosas banales; pero ganas tantas cosas: ganan el ser niños indefensos y torpes, felices y sin problemas... pareciera que el mundo fuera interminable y todo comenzara desde el minuto que estás en su regazo, abrazados y besándose, con nostalgia de la mañana siguiente. El corazón, obviamente miente, nunca dice la verdad, idealiza, construye castillos en el aire, poemas y hermosas imágenes, pero su accionar es bueno, ya que nos regresa a nuestro yo interno... a nuestro personalidad desconocida...
Si amamos con el cerebro, seremos fríos, sensatos, manejadores de la situación. Sabremos distinguir la mentira de la verdad, lo feo de lo lindo, la pasión del enamoramiento. Sabremos donde van nuestro pies y no dudaremos en nada... nos entregaremos a la pasión con deseos de hacerlo, sin el temor de ser engañados... Pero también tendremos problemas: No sabremos enamorarnos, ya que el cerebro reprime nuestro instinto, nos sobreprotege demasiado, nos inhibe... nunca estaremos felices, porque siempre estaremos dudando, estaríamos siempre atentos a lo que los otros nos podrían hacer... cosas que definitivamente no pueden ser verdades.
Sin embargo, creo fervientemente en el sentimiento, o en lo que he llamado instinto... Creo en eso que va mas allá del cerebro y el corazón, o que mezcla ambas partes de un todo... Debemos entregarnos al instinto, pero con el cerebro atento para responder ante cualquier indicio y el corazón abierto para reencontrarnos
Debemos saber que la soledad desaparece cuando se ama con estas cosas, cuando simplemente estamos entregados por completo... no se confundan más... amen con esto...
Además, amen con el cuerpo, amen su cuerpo aferrado al otro, amen su rostro y sus labios, sus besos, amen la sensación de su cuerpo al contacto con el otro, su olor, amen con la mirada, con las sonrisas y con los recuerdos... amen con lo que tengan a mano, con las tristezas, con las palabras, con este texto sin fundamentos, amen con la simpleza de una llamada telefónica, con la alegría de un abrazo, con un quejido necesario... con un abrazo dado a media noche, con cuidado, con silencio...
Se despide...
Extraño el extrañarte, porque no me atrevo a extrañarte... de verdad
Me preguntan horrorizados, con el alma aún cargada de dudas.... ¿Con qué amar? No debemos amar con dudas, con mentiras, con traiciones... (esto suena casi evangelizador... ), no debemos amar con el cerebro ni menos con todo el corazón... sólo debemos amar con el sentimiento e incluir una pizca del cerebro y el corazón. Si utilizamos todo el corazón, pasamos a ser gentes precarias, débiles, estamos a merced del otro, propensos a las idealizaciones, a las pirotecnias del amor pastoril y esas cosas banales; pero ganas tantas cosas: ganan el ser niños indefensos y torpes, felices y sin problemas... pareciera que el mundo fuera interminable y todo comenzara desde el minuto que estás en su regazo, abrazados y besándose, con nostalgia de la mañana siguiente. El corazón, obviamente miente, nunca dice la verdad, idealiza, construye castillos en el aire, poemas y hermosas imágenes, pero su accionar es bueno, ya que nos regresa a nuestro yo interno... a nuestro personalidad desconocida...
Si amamos con el cerebro, seremos fríos, sensatos, manejadores de la situación. Sabremos distinguir la mentira de la verdad, lo feo de lo lindo, la pasión del enamoramiento. Sabremos donde van nuestro pies y no dudaremos en nada... nos entregaremos a la pasión con deseos de hacerlo, sin el temor de ser engañados... Pero también tendremos problemas: No sabremos enamorarnos, ya que el cerebro reprime nuestro instinto, nos sobreprotege demasiado, nos inhibe... nunca estaremos felices, porque siempre estaremos dudando, estaríamos siempre atentos a lo que los otros nos podrían hacer... cosas que definitivamente no pueden ser verdades.
Sin embargo, creo fervientemente en el sentimiento, o en lo que he llamado instinto... Creo en eso que va mas allá del cerebro y el corazón, o que mezcla ambas partes de un todo... Debemos entregarnos al instinto, pero con el cerebro atento para responder ante cualquier indicio y el corazón abierto para reencontrarnos
Debemos saber que la soledad desaparece cuando se ama con estas cosas, cuando simplemente estamos entregados por completo... no se confundan más... amen con esto...
Además, amen con el cuerpo, amen su cuerpo aferrado al otro, amen su rostro y sus labios, sus besos, amen la sensación de su cuerpo al contacto con el otro, su olor, amen con la mirada, con las sonrisas y con los recuerdos... amen con lo que tengan a mano, con las tristezas, con las palabras, con este texto sin fundamentos, amen con la simpleza de una llamada telefónica, con la alegría de un abrazo, con un quejido necesario... con un abrazo dado a media noche, con cuidado, con silencio...
Se despide...
Extraño el extrañarte, porque no me atrevo a extrañarte... de verdad
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