Te vi respirar y vivir
y creí entonces en el silogismo
en el equinoccio
y que cruzando el río estaba la calle.
SÍ...
Te quedaste...
te sentí distante, más volátil...
(con los pies enterrados en esa esquina)
los ojos extraviados
tu piel alejada de la mía
tus palabras cuajadas en el firmamento
(ese firmamento limite de mi propia agonía)
tu voz,
esa misma que me anima,
ahora aprisionada en suspicaces
remolinos de contradicciones.
Y los juegos,
una partida de dominó
un café
una conversación simple
nada más
tus miedos, mis limites,
tu sustracción en el perímetro distante
mis ganas de hablar (ego idiota e inútil)
los dedos quemados
los poemas
SÍ...
simpleza de palabras, rumores,
sensaciones que tienes frente a mí,
recuerdos que tienes de mí
verdades a medias y conjeturas fatales.
quedarse sentado en un plenario y observar las hormigas devorar un alce
y luego llegó la noche, sentados en una banca....
el frío, el consejo y las llaves...
las ganas de abrazarte y pedirte que te quedes
tú, simpleza de silencio, aguardando que las nubes se vayan.
luego llegó la lluvia y con ella la nostalgia
tú caminando, soportando los truenos
yo, mirando en mi ventana, leyendo al loco, junto al mago y la emperatriz.
y la tentativa de los astros grises
y la pesadumbre de los peces muertos
y las burbujas tricolores
y los semáforos encendidos
todo es eternidad de una historia infinita.
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