QUÉ SE AMA CUANDO SE AMA?

y el poeta escribió: ¿Qué se ama cuando se ama?...
y yo te pregunto ¿qué amas cuando amas?... ¿amas el ansia de sentirte satisfecho, querido, respetado... amas esa mirada de respeto, mezcla de cariño y admiración o simplemente el extraño deseo de sentirte aferrado a algo o a alguien? En esto se me ha ido el tiempo y pienso sistemáticamente, como una verdadera máquina, ¿qué sucede en la cabeza de la gente que pueden decir sin prejuicios que aman?...
Amas imperiosamente las ganas de verte reflejado en el otro, escucharle y sentirte parte de esas palabras que mueren en tu cerebro, amas la problemática idea de ser único, de ser brillante, la luz en el camino, el faro en la tormenta, el relincho de un caballo en el campo, la lluvia del domingo luego de unas noche llena de sueños... amas las palabras que brotan de la boca del otro y reconoces en ellas la fuente constructora de tu mundo... amas las tardes de verano, el olor a tierra mojada, los cuadros surrealistas, las plegarias de oracio nes que aprendiste de niño y la necesidad de repetirlas hasta apagar la voz.
¿Pero qué amás cuando amas? ¿te amas a ti mismo viéndote con esa persona, te amas a ti, o simplemente a esa persona?... ¿amas el sentimiento que crece entre ustedes o la felicidad que se tiene al estar simplemente feliz?. Sin embargo, estas opciones me parecen egoistas y falta de honestidad... ¿No es el instinto el que nos mueve y nos hace creer en el amor?... ¿no es la necesidad de sentirnos superados física y espiritualmente, el logro de cualquier animal que puebla este mundo, la que nos llega a confirmar que amamos intensamente? Creemos que somos equilibristas y que no debemos caer al abismo o que somos ciudadanos modelos, ejemplos de rectitud, que somos verdaderos maceteros que debemos pasar inadvertidos para que nadie pueda criticarnos nada. Creemos que siempre somos más feos y malqueridos que los otros. creemos que nadie nos podrá querer... nunca nos percatamento en las mirada melancólicas de los otros que buscan el amor... somos gentes egoistas... ¿con qué cara entonces podemos decir quer amamos? Sin embargo, me aferro a una sola Idea... Busco a quien amar... me desespero insistiendo que el amor no existe y no me doy cuenta que también puedo hacerlo... que tambien amo y que no tengo la valentia suficiente de asumirlo... soy un cobarde al igual que ustedes... peor que ustedes, porque ni siquiera soy capaz de decirlo... pero entonces, ¿Qué se ama cuando se ama?... el rostro de alguien que te habla dulcemente, sus gestos al amar, sus problemas, sus cobardias, sus tristezas y alegrías... amas el sentirte satisfecho, el sentirte provocado, molesto, inquito, confuso.... amas la necesidad, el hambre, la miseria, amas la alegría del otro, que te tomen la mano en el metro para no sentirte solo con tu diario, amas que te llamen varias veces al dia para preguntarte como estás, el escribir su nombre en las hojas de los libros, guardar una foto y sentirte celoso... amas la lejania y las cercanías... amas lo que eres cuando están juntos... y amas lo que no eres cuando estás solo en tu habitación... amas hacer locuras y llorar... amas su olor y su risa... su moderada risa nerviosa...

Y el poeta insiste en lo mismo y cree ver en esto un gran juego, la imagen de Dios, y millones de cuerpos distintos pero que se parecen entre sí... y discute y se aferra en creer que esto es una condena envuelta en falsas palabras dulces.... Y yo le creo... tiene razón, el poeta, tiene razón... eso es amor... eso es... simplemento eso.

El poema dice así:

QUÉ SE AMA CUANDO SE AMA?

¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida

o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla,

qué es eso: amor? ¿Quién es?

¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,

o este sol colorado que es mi sangre furiosa

cuando entro en ella hasta las últimas raíces?

¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer

ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,

repartido en estrellas de hermosura,

en partículas fugaces de eternidad visible?

Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra de ir y venir entre ellas por las calles,

de no poder amar trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,

a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.

Gonzalo Rojas

Pequeño ensayo escrito por el caballero de las llaves que abren mil puertas

Una tarde después de pensar mucho